sábado, 14 de julio de 2012

ESTADO, DEMOCRACIA Y CIUDADANIA, ACTIVIDAD No. 3 JUAN PABLO


ACTIVIDAD NUMERO 3



ESTADO, DEMOCRACIA Y CIUDADANIA





El gran enemigo de la libertad es el constructivismo, aquella fatídica pretensión de querer organizar, desde un centro cualquiera de poder, la vida de la comunidad, sustituyendo las formas espontáneas, las instituciones surgidas sin premeditación y control, por estructuras artificiales y encaminadas a objetivos como racionalizar la producción, redistribuir la riqueza, imponer el igualitarismo o uniformar al todo social en una ideología, cultura o religión. [1](LLOSA, 1992)

Las sociedades humanas, desde sus inicios se han organizado políticamente. Tal organización puede llamarse Estado, en tanto que atañe a la agregación de personas y territorio en torno a una autoridad, no siendo, sin embargo, acertado entender la noción de Estado como única y permanente a través de la historia.

De una manera general, entonces, puede definírsele como la organización en la que concurren tres elementos, la autoridad, la población y el territorio. Pero, esta noción ambigua obliga a dejar constancia de que si bien el Estado ha existido desde la antigüedad, sólo puede ser definido con exactitud teniendo en cuenta el momento histórico.

Del estado de la Antigüedad, los Atenienses aportaron dos nociones, la primera de Democracia, en la cual se crea un sistema de gobierno en donde las decisiones eran tomadas por la asamblea de ciudadanos; y la segunda de Estado, en el que la forma de organización política correspondía a la ciudad, “la polis”, donde cada ciudad estaba dotada de un pequeño territorio, su defensa concernía a todos los ciudadanos, que se ocupaban de lo que hoy se llama el interés nacional.

Otrora, en el régimen feudal prevalecieron los vínculos de orden personal, desapareciendo tanto la delimitación estricta del territorio como la noción de interés general.

Finalmente, el Estado Moderno incorpora a la legitimidad, heredada del feudal, la noción de soberanía, un concepto revolucionario, donde se atribuye el paso histórico de una sociedad desmigajada, pero cimentada en la religión, a una sociedad de estados organizados e independientes unos de otros.

Pero, este Estado Moderno, surgido de la aspiración de los reyes a librarse de los lazos feudales y de la jerarquía eclesiástica, “El Estado – Nación”, la unión de un poder central, un territorio y una población alrededor del concepto revolucionario de la soberanía, habría de conocer dos formas, la primera, el Estado Principesco que se caracterizó por el poder personal ejercido uniformemente sobre un territorio estrictamente delimitado; y la segunda, el Estado Democrático, surgido de las revoluciones inglesa, norteamericana y francesa, trasladó la soberanía del príncipe a la nación. Sus poderes fueron asumidos por organismos surgidos de consultas a la población, mediante reglas de juego previa y claramente definidos. Y al igual que en las polis griegas, el sentimiento patriótico se desarrolló y con él los de pertenencia, civismo e interés nacional.

Esta es la forma de organización política de Occidente, en el llamado Primer Mundo; dado el éxito económico de estas naciones, pareciera razonable afirmar que es digno de imitar. Por eso la mayoría de países del mundo lo comenzaron a implementar, como es el caso de Colombia donde se adoptó este sistema participativo.

Que como lo  afirma Huntzinger, se “ha llegado a universalizar el modelo de Estado – Nación de tal modo que el planeta, ahora, se encuentra poblado de estados.”

En lo que atañe al Estado Colombiano, el artículo 1 de Constitución Política de Colombia de 1991, reza[2]:



“Colombia es un Estado social de derecho, organizado, en forma de República   unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.”





Así como se plasma en la Carta, el Estado es una organización de la sociedad, con elementos que hacen que no solo las autoridades  y el gobierno manipulen el poder, sino que, por el contrario plantea un ordenamiento jurídico-político que garantiza la participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones públicas y en el acceso de la comunidad en el poder municipal, departamental y del país; donde se establecen parámetros y normas para que se logre establecer una convivencia armónica entre la libertad y el poder.



Esta participación ciudadana, esta asociada con el fenómeno de la democracia, que se origina en la libre voluntad de la Ciudadanía por medio del sufragio, manifestada en los siguientes mecanismos: el voto, el plebiscito, el referendo, la consulta popular, el cabildo abierto, la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato.



Corolario de lo anterior deviene gran importancia la interacción y armonía en un Estado Constitucional de esos tres elementos fundamentales como lo son Estado, Democracia y Ciudadanía, tres ejes prioritarios y esenciales dentro una sociedad participativa pero que al ahondar en cada uno de ellos permite inferirse que a la luz de los estados democráticos existe un quebrantamiento o desarticulación frente a la ciudadanía.



Si bien en su momento Colombia fue victimizado por la época del Frente Nacional donde los partidos políticos liberal y conservador-únicos partidos políticos existentes- se turnaban para tener el poder o más exactamente la presidencia, y con la carencia de control político por parte del otro, lo que permitió el que se vislumbren acciones de corrupción estatal, lo es de la misma manera que décadas después esa realidad no ha cambiado. Los postulados que emergen en el Preámbulo de nuestra Carta Magna y que identifican a Colombia como un estado social de derecho donde se asegura a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, entre otros, hoy por hoy solo se predica que se quedaron plasmados en el documento constitucional, pues se reitera que siempre se ha avizorado una marcada vulneración y trasgresión de los mismos[3].



Pero emerge grata importancia ilustrar acerca de los Organos del Estado, y donde según Georg Jellinek, supone la existencia de órganos, pues de lo contrario se estaría en el plano de la anarquía.



Son órganos inmediatos los que resultan directamente de la Constitución. De estos distinguió los órganos mediatos o que están, directa o indirectamente, subordinados a uno o varios órganos inmediatos” (JELLINEK)



Por otra parte Hans Kelsen distinguió los órganos estatales simples o cuya función la realiza un solo hombre de los órganos estatales compuestos o cuya función resulta de la cooperación de varios hombres. Dentro de los órganos parciales distinguió los que realizan actos de idéntico contenido, los que realizan actos dispares y los que realizan actos sometidos a un derecho de veto.



En su obra Leviatán(1651) o “La materia forma y poder de un Estado Eclesiástico y Civil”, Thomas Hobbes manifestaba que El Estado era una bestia y que la autoridad del Estado era monstruosa pero que era lo única que la protegía de otro monstruo bíblico mas terrible denominado El Vegemón que significaba la Guerra Civil, decía que esta última era la muerte del cuerpo entero. Por lo tanto estudia al Estado y del hombre, ahí toda consideración teológica esta excluida, es una filosofía materialista y no toma en consideración a Dios, y por lo tanto todos los estados deben pasar a una democracia donde el pueblo a través de los mecanismos participativos sea quien ayude y colabore en el desarrollo y política de la nación.



El Medio Oriente y países como Egipto, Libia, y otros tuvieron en el 2010 y 2011 cambios trascendentales en sus sistemas políticos y de gobierno, pues frente a la crisis económica y demás fenómenos sociales el pueblo se sublevó y se levantó en armas para derrocar a gobiernos como Mubbarak y Gadaffi quienes venían de mantenerse en el poder desde hacía muchas décadas y que como tal dicho fenómeno autoritario de poder estaba dado a desaparecer. Frente a tal situación es la razón por la cual dichas naciones o Estados han pasado de dicho gobierno vitalicio al de una visión democrática e igualitaria frente a los gobiernos de occidente, excepto lo sucedido en Cuba donde aún el poder de Fidel Castro y heredado hoy por su hermano Raúl vulneran los procesos democráticos y participativos del poder.



Ya lo mencionaba el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Barak Obama en la reciente Cumbre de las Américas de Cartagena, el que Cuba no había sido invitado y seguiría en su contra el bloqueo económico en la medida en que su sistema de gobierno no se vuelva democrático.



En consecuencia cuando de hablar de Estado se trata, debemos de la misma  manera imprimirle una armonía con los elementos Democracia y Ciudadanía, en el caso de Colombia lo es porque es social de derecho, unitario, descentralizado, democrático y participativo donde los gobernantes y los gobernados mantienen una relación indivisible frente al desarrollo de la nación en pro de una ciudadanía acorde con la visión Colombia 2019, del cual se preve la historia de nuestro pueblo sobre la base de una Estado Democrático y donde la Ciudadanía y el Pueblo mantienen una armonía altruista que dignifica a la nación, y que lo lleva a cabo a través de los mecanismos de participación democrática.



Como conclusiones frente al tema podemos mencionar las siguientes:



  1. La democracia conforme al artículo 1° de la Constitución, se define como el gobierno del pueblo, el cual escoge por sufragio sus representantes, siendo la elección popular la base de la democracia representativa y por ende participativa, ya que otorga a sus ciudadanos espacios suficientes para que ejerzan influjo permanente en las decisiones públicas.



  1. La noción de Estado unitario se entiende que está en contravía del Estado federal, haciendo referencia a que es una modalidad de organización según la cual las principales decisiones políticas y administrativas se realizan a través de los poderes centrales, sustrayendo de las mismas a las comunidades regionales y locales.



  1. Cuando hablamos o tenemos en cuenta a la Ciudadanía lo hacemos frente a su participación, pues así quedó preceptuado como uno de los fines esenciales del Estado, participación que se ve reflejada en la participación política ( art. 40 C.N.), la participación en la conformación y modificación del ordenamiento jurídico ( art. 374), la participación administrativa, la procedimental conforme al derecho de petición ( art. 23), la participación ciudadana efectiva en los procesos educativos ( arts.  45 y 68), en la discusión de los planes de desarrollo ( art. 342), en la participación de la prestación de los servicios públicos (art. 369), así como la participación en la regulación de la calidad de los bienes y servicios (art. 78).



  1. Con Venezuela y Costa Rica, Colombia fue una de las pocas democracias constitucionales duraderas de la segunda parte del Siglo XX en América Latina. A diferencia de muchos otros países de Sudamérica, no ha habido dictadura militar en Colombia, las fuerzas armadas siendo domesticadas por el pacto bipartidista.



  1. En un Estado Democrático y Participativo, el ciudadano quiere mejores servicios públicos, sueldos decentes propios de una dignidad humana, quiere tener mayor relevancia e incidencia en las decisiones de las cosas que lo involucran, donde quiere escoger sus gobernantes; necesita saber que es protagonista del ahora y de su propia historia y porvenir; el juicio final para ciertos demócratas ficticios y revestidos de falsos ropajes democrático esta cerca.













[1] Frente a la CRISIS DE LA DEMOCRACIA, relata el autor, que “Con la caída del muro de Berlín y el posterior derrumbamiento inesperado del comunismo en la URSS, múltiples construcciones se han querido imponer como literatura sociológica, política, filosófica o económica para explicar, bien con dosis de cinismo, escepticismo o rituales teóricos festivos, la caída del comunismo como un triunfo telúrico y definitivo del capitalismo, el liberalismo y la democracia occidental, como triada inseparable a la hora de comparar a ésta respecto al comunismo”.
[2] La fórmula inicial de la Carta, respaldado a lo largo de todo el texto fundamental, según la cual Colombia se define como un Estado social de derecho, es también de una importancia sin precedentes en el contexto del constitucionalismo colombiano.
Los fines esenciales del Estado no pueden ser una simple expresión de buenas intenciones. Servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todas las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional, y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo, son el fundamento y la finalidad de la organización política.
[3] El preámbulo de la Constitución de 1991 reza: El Pueblo de Colombia en ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios a la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana decreta, sanciona y promulga la siguiente…..”

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